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Prostitución: ¿legitimación o abolición?

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La explotación ha existido en todas las épocas de la historia, pero actualmente, es a través del sistema capitalista por la que ésta se manifesta de manera más brutal. Una de las caras más crueles de la explotación es la prostitución, donde no sólo se percibe la desigualdad social entre ricos y pobres, sino también la diferente posición social que hombres y mujeres ocupan en esta sociedad.

Y es que muchas veces se centra el debate sobre la explotación en las mafias y la trata de blancas, dejando a un lado la prostitución ejercida por “decisión propia”. Pero si una mujer se prostituye por necesidad o es arrastrada a ese oscuro mundo, como ocurre muchas veces, debido a guerras, abusos sexuales, drogas, situaciones de depresión, etc, su decisión no es libre. Es necesario ponerse un momento en el lugar de esas mujeres y entender lo humillante que es, para poder comer, alimentar a tus hijos o simplemente tener cubiertos sus derechos más elementales como ser humano, tener que ofrecer tu cuerpo a señores de todo tipo y condición, incluyendo a violentos, borrachos, machistas y todo tipo de hombres desagradables, y que todos tienen más poder, más dinero, y sobretodo, más alternativas en sus vidas que ofrecerse al primero que pase. No se tiene en cuenta que es todo nuestro modelo social y productivo el que arrastra a las mujeres a esta forma de esclavitud, pues ninguna mujer se prostituiría de tener alternativa.

No dejará de haber prostitución hasta que haya igualdad real entre todos los seres humanos, algo que todavía no se ha logrado a día de hoy en ningún lugar del mundo. Algunos dicen que es el “oficio más antiguo del mundo” o que es una “práctica ancestral que siempre  ha existido”, pero además de no ser cierto que siempre existió, la tenencia de esclavos también fue normal a lo largo de la historia, y no creo que por ello debamos volver a legalizarla. Por todo ello, muchos creemos que se debe abolir la prostitución, y que debería de estar considerada como otras actividades donde se comercia con el cuerpo de las personas, como la venta de órganos y sangre, o trabajar de manera gratuita o por comida. Recordemos que abolir no es prohibir, es establecer planes de reinserción para las chicas arrastradas a ese oscuro mundo, tal y como se hace en Suecia. Abolir significa que se persigue al cliente, no a la prostituta.

Actualmente, en España es legal la prostitución, pero no está regularizada, por lo que hay vacíos legales que dejan esta actividad muchas veces en manos de las mafias, o en las manos de los dueños de las clubs de alterne, siendo algunos de ellos líderes o miembros de partidos de ultraderecha. Para intentar mejorar las condiciones de “trabajo” de las prostitutas, existen movimientos que exigen la regularización de esta actividad para que tengan acceso a los derechos que tendría cualquier trabajador. Los regulacionistas suelen comparar la prostitución con trabajos de dura realización como por ejemplo la minería. Pero comparar un trabajo de extracción de recursos necesarios para mover la sociedad en la que vivimos, con la prostitución, una forma de explotación totalmente prescindible, no tiene ningún ápice de sentido, pues en una sociedad sana, tener sexo debería ser algo natural, no así en una sociedad en la que un hombre puede comprar el cuerpo de una mujer con dinero.

Los abolicionistas, muchos anteriormente regulacionistas, partimos del análisis de las pasadas experiencias de normalizar esta actividad y que han fracasado estrepitosamente. Regularizando, se potenciaba la demanda y con ello se arrastraba a infinidad de nuevas mujeres pobres que verán en esa forma de explotación una salida a su situación, con lo que aumentó terriblemente el tráfico de personas, trata de blancas, proxenetismo, denigración personal en las prácticas sexuales a las que se ven obligadas a realizar para ser “competitivas” ante las demás. Es decir, no solo no se frenaban las injusticias sino que se multiplicaban. No hay legislación que valga contra todo eso, cuando es un problema de fondo. El verdadero problema con la prostitución, es que supone degradar al ser humano a un simple producto, mucho peor que como lo haría una ETT. Los análisis psicológicos de las prostitutas revelan que las consecuencias de desarrollar esta actividad son las de graves traumas.

También la prostitución degrada la dignidad de quienes la consumen, porque se aprovechan de la situación de pobreza de tantas y tantas mujeres. Vivimos en una sociedad injusta, en la que a las chicas se las llama putas si declaran que les gusta el sexo, y a los tíos se los presiona para que sean “machomen”, y la prostitución contribuye a perpetuar esta idea. A veces se defiende la labor “social” de la prostitución, apelando a que hay personas que tienen dificultades para relacionarse con el sexo opuesto, pero ni en esos casos está justificada. Si un chico con dificultades acaba accediendo al sexo con una prostituta, no se obliga a solucionar los problemas que le dificultan entablar relación con el sexo opuesto, y entrará en una dinámica de pagar por algo que debería abordar con calma y sin presiones sociales de ningún tipo. Además, tal y como hay chicos con dificultades, hay muchas chicas que pasan por la misma situación, que son incapaces de entablar una relación fácilmente, pero al final, los miedos se acaban superando si los enfrentamos.

Acabemos con la explotación. Acabemos con la esclavitud moderna. Acabemos con la prostitución.


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